Una educación que se derrumba: cuando tu futuro depende de aulas que se caen
Te esforzás, estudiás, querés salir adelante. Pero en San Isidro, las escuelas públicas se caen a pedazos. Aulas clausuradas, viandas en mal estado y abandono edilicio reflejan una gestión que dejó de invertir en lo esencial: el futuro
Durante años, el sistema educativo público de San Isidro funcionó con dificultades, pero con cierta dignidad: escuelas abiertas, mantenimiento básico y una comunidad comprometida. Sin embargo, a partir de la asunción de Ramón Lanús, ese equilibrio se rompió. Hoy, la realidad es otra: filtraciones, techos colapsados, baños clausurados y viandas en condiciones insalubres se volvieron moneda corriente. En la Escuela Técnica N.º 1, por ejemplo, tormentas dejaron aulas inutilizables. Pasaron más de dos meses sin techos y sin respuestas claras por parte del Municipio, pese a las solicitudes urgentes de docentes y directivos. En el Polivalente de Arte, además de problemas edilicios, avanza un proyecto que contempla abrir una calle en medio del predio escolar, lo que obligaría a demoler aulas y el comedor (Qué Pasa Web – abril 2025). Vecinos y familias alertan sobre posibles intereses inmobiliarios detrás de esta medida. A esto se suma una sospecha que crece: el redireccionamiento de fondos originalmente destinados al mantenimiento escolar hacia otros programas, sin transparencia ni control ciudadano (Crónica – abril 2024). Lo que antes era una red educativa viva y sostenida con esfuerzo, hoy parece abandonada a su suerte. La frase que más se repite entre docentes y alumnos lo resume todo: “Las escuelas no se rompieron solas. Las dejaron romper”. En San Isidro, la crisis educativa no es solo edilicia: es una muestra clara de las prioridades políticas de una gestión que optó por mirar para otro lado mientras se desmorona el derecho a estudiar en condiciones dignas
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